El corazón del Hombre
E. Fromm
"El hombre ¿lobo o cordero?" Fromm comienza su análisis Frente a
esa pregunta, él supone que el lector responderá que el hombre es cordero.
En definitiva, los hombres no son lobos y tampoco son corderos, tal vez
existen hombres corderos y hombres lobos lo que nos llevaría a pensar que
existen dos razas humanas. Fromm omite esta solución algo determinista y
continua con el problema. Menciona que quizá sea cierto que “los lobos no hacen
sino representar la cualidad esencial de la naturaleza humana de manera más
franca que la mayoría” lo que conduce a la siguiente pregunta: ¿el hombre es
fundamentalmente malo y corrompido, o es fundamentalmente bueno y perfectible?.
Fromm expresa que “sería difícil no ver la potencia y la intensidad de la
capacidad destructora humana”. Sin embargo –dice Fromm siempre manteniendo una
actitud de equilibrio- que tampoco es bueno dejarse llevar por la opinión
derrotista del hombre fundamentalmente malo, pues “la intensidad de las
tendencias destructoras no implica de ninguna manera que sean invencibles o ni
aún dominantes” y que “las guerras son primordialmente consecuencia de fuerzas
psicológicas”.
Finalmente acaba el capítulo exponiendo la siguiente afirmación: El
síndrome de decadencia es el que “mueve al hombre a destruir por el gusto de la
destrucción y a odiar por el gusto de odiar”. Así pues -dice Fromm- es
innegable que cada individuo avanza en la dirección que ha elegido: la de la
vida o la de la muerte, la del bien y la del mal.
En el segundo capítulo abarca los diferentes tipos de violencia y sus respectivas motivaciones inconscientes
“pues sólo el conocimiento de la dinámica inconsciente de la conducta nos
permite conocer la conducta misma, sus raíces, su desarrollo y la energía de
que está cargada”. Los tipos de violencia que describe son:
·
La violencia
lúdica.
·
La
violencia reactiva es
·
La
violencia vengativa.
·
El
quebrantamiento de la fe
·
La
violencia compensadora. (el sadismo se deriva de la violencia compensadora).
·
La
sed de sangre arcaica.
En el tercer capítulo “amor a la
vida y amor a la muerte” Fromm sostiene que “no hay distinción más
fundamental entre los hombres, psicológica y moralmente, que la que existe
entre los que aman la muerte y los que aman la vida, entre los necrófilos y los
biófilos”.
Caracteriza a las personas necrófilas como personas que se sienten atraídas
por todo lo muerto, “empiezan a vivir precisamente cuando hablan de muerte”.
“El necrófilo vive en el pasado, nunca en el futuro… Son fríos, esquivos y
devotos de la ley y el orden. Su principal característica es el uso de la
fuerza” como medio para convertir un hombre en cadáver.
En el otro extremo, la biofilia es la característica que vela
fundamentalmente por la vida. El hombre biofílico “dará cualquier cosa por
conservar la vida […] Ve el todo y no únicamente las partes, estructuras y no
sumas. Quiere moldear e influir por el amor, por la razón, por su ejemplo, no
por la fuerza, no aislando las cosas ni por el modo burocrático de administrar
a la gente como si fueran cosas. Goza de la vida y de todas sus
manifestaciones, y no de la mera agitación”. Para el desarrollo del amor de la
vida, Fromm menciona tres valores fundamentales expresados de la siguiente
manera: (1) tiene que haber “seguridad en el sentido de que no están amenazadas
las condiciones materiales básicas para una vida digna; (2) justicia en el
sentido de que nadie puede ser un fin para los propósitos de otro; (3) y
libertad en el sentido de que todo individuo tiene la posibilidad de ser un
miembro activo y responsable de la sociedad”. En caso de que faltaran estos
tres valores, el individuo desarrollará un carácter necrófilo.
En el cuarto capítulo abarca el tema del narcisismo individual y social. Describe dos formas de narcisismo,
uno benigno y otro maligno. Cuando el maligno se ve afectado “el individuo
narcisista teme la depresión resultante de la herida en su narcisismo y por eso
trata desesperadamente de evitar tales heridas. Hay diferentes modos de
realizar esto. Uno es aumentar el narcisismo para que ninguna crítica y fracaso
exterior pueda afectar realmente a la posición narcisista. Pero aún hay otra
solución a la amenaza contra el narcisismo que es más satisfactoria para el
individuo, aunque más peligrosa para los demás. Esta solución consiste en el
intento de transformar la realidad de tal manera que se conforme, en cierta
medida, con su auto imagen narcisista”.
En el quinto capítulo “vínculos
incestuosos” Nuevamente Fromm nos habla de dos tipos de incestuosidad, la
benigna y la maligna. En la benigna el sujeto siente la necesidad de ser
atendido y mimado. “En este nivel de regresión incestuosa, el individuo no
desarrolló su independencia”. Después Fromm nos habla de los siguientes niveles
de regresión: “en sus manifestaciones más graves, podemos encontrar un
individuo que, por ejemplo, elige una esposa que es una figura austera materna;
se siente como prisionero que no tiene derecho a hacer nada que no sea en
servicio de la esposa-madre, que está constantemente temeroso de ella, por
miedo a que se encolerice”. La persona simbióticamente adherida forma parte de
la persona “huésped” a la que está adherida. No puede vivir sin esa persona, y
si es amenazada la relación, se siente extremadamente angustiosa y temerosa…
Para la persona simbióticamente adherida es muy difícil, si no imposible,
sentir una clara limitación entre ella y la persona huésped”. Así es como Fromm
nos explica su último síntoma del síndrome de decadencia. Necrofilia,
narcisismo y fijación incestuosa completan un cuadro que hace que el hombre
vaya en contra de la vida misma.
Fromm define al hombre como aquél que le permite conocerse a sí mismo. Este
conocimiento “lo hizo extraño en el mundo, aislado, solitario y amedrentado”.
Además dice que para poderse liberar de este miedo, el hombre tiene que
adquirir un sentimiento de unión, de unidad, de pertenecer a un conjunto. Las
diferentes maneras de solucionar este problema, Fromm las describe como la
esencia del ser humano.
Finalmente este libro incursiona en el potencial del ser humano para hacer
el bien o el mal, acerca de la orientación hacia amar la vida (biofilia) o la
muerte (necrofilia) y finalmente, si el ser humano es lobo o cordero.
Muestra que el narcisismo en cierto nivel es indispensable para sobrevivir,
pero llevado al extremo puede convertirte en un monstruo incapaz de ver el
mundo sino solo en las construcciones internas e irreales de su mente enferma.
Existe una capacidad innata en el ser humano de destruir y de practicar la
violencia y todo ello pone en cuestionamiento la verdadera naturaleza del
hombre, del ser humano.
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